jueves, 26 de febrero de 2015

RECOLECCIÓN Y CONSERVACIÓN DE SETAS

En la recolección de setas (cuerpos fructíferos de los hongos) hay que tener en cuenta
que es un material fácilmente putrescible y que, por tanto, debe ser tratado con sumo
cuidado (no se deben meter en bolsas de plástico, ni apretar unos contra otros, etc.). Los
micólogos recomiendan que la recolección se haga en cestos de mimbre u otro material, o bien en cajas de cartón, procurando que los ejemplares no se fracturen.
Las setas, una vez recolectadas, son muy efímeras, presentando un alto grado de
modificación en su forma, color, textura, olor, sabor, etc. (caracteres todos ellos de valor
diagnóstico). Por ello, nada más llegar al laboratorio es recomendable, con el material aún fresco, rellenar una ficha en la que se recopile cuantos caracteres sean necesarios para su determinación. Es conveniente anotar aquellos datos referidos a la variabilidad y terminología descriptiva del píleo (o sombrerillo) y del pie (o estipe) de la seta.


Una vez recolectado y anotados sus caracteres, la mejor manera de conservar las setas
es por desecación, para o cuál o bien se introducen en una estufa de aire caliente o se colocan
próximas a un calefactor de aire caliente en una habitación seca, durante el periodo que sea
necesario. La desecación debe de ser total.
También es conveniente recoger las esporas, que se desprenden a mediada que la seta se
seca. Para ello simplemente se coloca el sombrerillo sobre la parte de la ficha dedicada a este
menester.
Para la conservación durante un tiempo prolongado es necesario un ambiente con
atmósfera seca. Los especímenes se conservan en bolsas de papel con sus fichas
correspondientes. Si el material quiere ser conservado para su exposición, basta incluirlo en
un frasco de cristal con solución de formol o de AGA, sin que sea necesaria su desecación
previa.

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